miércoles, 29 de agosto de 2007

La vida amarga

1

La vida amarga

si soy
yo quien
al final

se abandona.





2

Me dices que viajar
aliviará mi espíritu,
tan cansado,

y no sabes
que mi corazón no para quieto
(mon coeur est un Grand Hôtel).





3

Dos noches junto a ti
parece suficiente
para una vida tan breve,

si mi cuerpo recuerda
y el tiempo es un látigo.





4

Bien lo dijo
una mujer,

el amor de los hombres
es autodesprecio.

Tus mentiras y las mías
son una bella historia,

una historia de amor.





5

En el camposanto escuchó
el silencio de los siglos
sobre los hombres,
leyó en las lápidas
sus nombres,
y pensó en
sus días vividos,
sus amores
y sus guerras.

Y el silencio inmenso
bajo el cielo
azul
se reveló como verdad
accesible
a su
limitado conocimiento.

La paz al fin
sintió,

tan sencillo
era.





6

Igual a un guerrero romano
te abalanzas
sobre mi.
Igual a un guerrero
eres
amor.





7

Seguir esperando
aun sabiendo
que lo que de ti
me falta

yo lo inventé.

Sono come tu mi vuoi.





8

Y todas las luces de la noche
tu nombre escribían
tu nombre gritaban.

Y yo
buscando espejos
que atravesar.

Y al llegar
a casa
el teléfono
y la cocaína
en mi nariz.

Entonces busqué
para ti
palabras,

no las encontré.

Y siempre

tu olor en mis ojos.





9

Siempre vuelvo a ti,
tantos rostros
tantos nombres,

a mi soledad
me devuelven.





10

Incongruencias,

en medio de un páramo
la voz desierta,
soledad,
pero no silencio;

al amanecer
cuervos.

Vuelvo
donde llegué.





11

Y la senda del dolor
es como la luz de la aurora
que me lleva a tu ser,

padre querido,

donde mi existencia
sin ti no sería.





12

Si ya no somos inocentes
a qué viene
este temblor
de los labios,

este juego de sombras,
una flor en mi pecho
y el sueño junto a ti,
tu boca un manantial

imagina.

Mi corazón,
tan enfermo,
olvida.





13

Qué lejos el sentir
de aquel
amor

como algo ajeno.





14

Madrugada cálida
de fiebre y delirio.

El balcón abierto,

huele el aire la lluvia
a lo lejos,
y también
los adioses;

la lluvia a lo lejos
hacia el norte
y al sur
la playa,

su cabello negro
se mancha de arena.

Ya no quiero más ojos
que los suyos.





15

Dejar la ciudad
es dejar tantas cosas,
tantas,
que no caben
en unas maletas
y mucho menos
en un poema.

¿Qué es la vida de los hombres
sin sus renuncias?

Un hoyo profundo
y oscuro,
dentro de ti,
siempre te acompañará.





16

Miedo a la mentira,
a la desilusión,
miedo al tiempo,
a su herida,
miedo a los años,
años pasados,
años futuros,

y también
la excitación,
una vida nueva,
tus brazos y los míos,
tu boca,
tu piel.

¿Y yo?
Guardo silencio
apenas puedo creer
que el amor no había llegado
aún
tan lejos.


Y el miedo vuelve,
apenas pude creer
lo que sentí.

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